Quizás lo más atractivo de la personalidad de RUBIO lo constituya su lenguaje frío y parabólico, una forma de expresión que realmente esconde un pensamiento abstracto pero hirviente; expresión que requiere una concentración especial por parte del espectador, del mismo modo, creemos que lo requiere su pintura.
Su visión del mundo se enmarca en una preocupación humanística.
La frialdad y aparente carencia de efectividad es su principal defensa ante el mundo, el fondo es de una efectividad desbordante y absorbente.
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